Se encuentra a nueve kilómetros de Jerusalén, en la zona conocida como West Bank (Ribera del Oeste) en Cisjordania y esta rodeada de un muro que la separa de Israel, impoluto por su lado y decorado de grafitis en el lado Palestino, incluidos alguno del británico Bansky que nada más pasar el checkpoint ya se ven.
Es imprescindible llevar pasaporte para atravesar estos puntos, ya que no hay que olvidar que pasas de Israel a Palestina.
La forma de llegar más fácil es coger un mini bus o un taxi desde Jerusalén.
Una vez en esta pequeña ciudad, no te queda más remedio que sumergirte en las historias bíblicas y en la imaginería popular del nacimiento de Jesucristo, por lo que es habitual encontrarte muchos peregrinos católicos, aunque también es la ciudad en la que nació el Rey David para los Judios.
Siendo la Basílica de la Natividad su monumento más importante, construida sobre la gruta donde se supone nació Jesucristo y marcado por una estrella de plata de catorce puntas.
También tienes la llamada Gruta de la Leche y varios edificios religiosos más, y es muy recomendable dar una vuelta por las estrechas callejuelas de la ciudad vieja, los barrios más característicos del Belén histórico con multitud de tiendas donde los artesanos venden figuras talladas en madera de olivo, que es el souvenir más característico.
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