Otra de esas visitas que me ha sorprendido gratamente es Zamora, ciudad española emplazada a la orilla del rio Duero, cerca de la frontera de Portugal. Lo primero que llama la atención es su casco antiguo, calificado como conjunto histórico-artístico desde los años 70, destacando sus murallas, el puente de piedra, su castillo y como no su catedral. Todo de la época medieval, así como su conjunto de edificios románicos, formado por los 23 templos con los que cuenta su término municipal y las 14 iglesias del casco histórico, muchas construidas en los albores del siglo XII. Por todo esto, Zamora se sitúa como la ciudad con mayor número y calidad de templos románicos de Europa, atrayendo gran cantidad de turistas y siendo conocida como "la ciudad del románico".
Como no todo va a ser visitar monumentos e iglesias, no puedo dejar de mencionar a nivel gastronómico las "tapas" de sus locales de hostelería que tienen gran fama nacional. Entre los platos de tapas más característicos se encuentra el pincho moruno, que se elabora con carne de ternera y puede estar condimentado con picante o sin él, indispensable una visita al Bar Lobo. Son muy populares también las perdices de mar y "los tiberios" (mejillones al vapor con pimentón) nos recomendaron como los mejores los del Bambú. La calle de Los Herreros donde también es habitual acompañar sus vinos zamoranos, con alguna cazuela de callos, cachuelas, morcilla (riquísima por cierto) o mollejas, por lo que es una visita cien por cien recomendable.
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